jueves, 29 de octubre de 2015

Mi nombre es Isabela


Mi nombre es Isabela es el segundo avance de 8 cartas de amor. Isabela persigue el amor, el amor en eterna huida.


MI NOMBRE ES ISABELA.

Todo ha sido muy rápido y así lo he decidido. Voy andar descalza sobre vidrio roto. No tengo miedo.
Mi nombre es Isabela y aunque importe poco, tengo que presentarme. Me has dejado escribir en tu muro, que tonta soy, pensaba que iba a ser más difícil de lo que imaginaba, pero tenías razón, Tony, solo hay que lanzarse y dejarse llevar. Gracias por ello, gracias de verdad.
No sé muy bien como comenzar, tengo escrito varios bocetos, emborronados la mayoría de ellos, con tachaduras y bueno... alguna lágrima tonta y libre que brotó entre palabra y palabra, aguando cierta frase y encharcando de tal forma el texto que terminó por ser tan ilegible como incomprensible este manuscrito.
Conseguí llamarte, no porque no hablemos a menudo, pero ese "conseguí" ha sido muy duro para mí. Ni te imaginas la de veces que he tenido el teléfono entre mis manos y he marcado tu sempiterno número grabado a fuego en mi memoria. Ni te lo imaginas, Tony. Llamada, re llamada y volvía a colgar. Así en infinidad de ocasiones.
Pero no tengo nada que perder, absolutamente nada que perder, y eres demasiado diáfano, Tony. Desde que te conocí, hace ya unos cuantos años has conseguido lo que muy pocos chicos consiguen en una chica y de una chica. Soñar.
Pero hay que conocerte y a veces eso en ti es muy complicado. Muy poca gente te conoce, hablas por los codos, eres un niño, rezumas felicidad y eres exquisitamente bueno... y vulnerable. Por eso tenía miedo de escribirlo, de contártelo, de ser tan tonta y atrevida como para hacerlo ¿verdad?
Ya lo sabes, estoy enamorada... enamorada de ti. Hubiera sido más fácil haberlo callado, murmurado para mí como se murmuran las mentiras, como se murmuran los hechos consumados, como murmuran las hojas cuando el viento roza su haz.
No me culpes por ello por favor, mi amor va al pairo y roto el timón del barco de mis sentimientos soy incapaz de controlarlos. Sin faro en la costa de mi alma, me estrello sin remedio en el risco de mi vida, que ahora es la tuya.
Al llamarte me desahogué, y ahora por el contrario el sentimiento de culpabilidad nace de nuevo, es como un boomerang. Es extraño. Te amo. Recuerdo que fueron tres segundos de silencio absoluto, no dijiste nada. Tuve que pedirte perdón, lo siento de verdad, no era mi intención yo... lo siento.
Esta analepsis secuencial la recuerdo como si fuera en este momento. Tu tranquilidad sedujo aún más mi locura. Mi deseo no hace más que devolverme visiones equivocadas y perversas, sucias, deshonestas. Seguro que ahora mismo te estás riendo con este comentario. Eres un educado pecador...
¿Pero que te puedo dar, si todo me lo has entregado sin tu quererlo? es un gran atrevimiento por mi parte profanar algo tan personal como tu espacio de escritura privada, siento vergüenza el solo hecho de habértelo pedido. De antemano sabía tu respuesta, de antemano sabía mi descaro. Sé que me perdonarás, bueno, en realidad me dijiste que no entendías porque me tenías que perdonar. ¿Por qué incluso en esto llegas a ser tan estúpido? La sinrazón ha llegado a mí, saborea su éxito como yo saboreo mi soledad.
Como ardo por tenerte conmigo, por poder abrazarte, por tenerte bajo el yugo de mis piernas, por sudar y estremecerme al empuje de la pasión, por padecer dolor tras cada acometida en las ingles de mi cuerpo, por cada gemido que arroje tu boca. Tan lejos pero tan cerca.
Hace mucho que no sé de ti, fue justo con posterioridad a la última llamada de teléfono donde injustamente demostré mi cobarde amor por ti. Donde al final de la conversación decidimos no volvernos a llamar nunca más. Donde pusimos fecha para este escrito. Un dieciocho de mayo de dos mil catorce, parece de película y sin embargo con el transcurso de los días ha tomado forma.
¿Sabes? he estado muy nerviosa, ¡con lo tranquila que soy! He devorado libros, Tony, libros y libros y libros tan sólo para evadirme de tu vida, de tu maldita vida que devora la mía poco a poco. Y ahora que llego al final espero y deseo que comprendas cada una de estas palabras, que comprendas lo duro que resulta todo lo que está en derredor. Te he querido y Te quiero, Te querré y moriré así. Sola y enamorada.
Sé que te gusta la música y que con cada escrito que publicas sueles al final de los mismos añadir una canción. Nosotros también quedamos así. Todo llega. La canción te dejo que la elijas. No importa ni el estilo, ni la letra, ni el compositor.
Te dejo. Eres una cosica pequeña y grande que ha surgido en mi vida.
Te echo mucho de menos. Eternamente tuya... Isabela.

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