Mi nombre es Isabela es el segundo avance de 8 cartas de amor. Isabela persigue el amor, el amor en eterna huida.
MI NOMBRE ES ISABELA.
Todo
ha sido muy rápido y así lo he decidido. Voy andar descalza sobre
vidrio roto. No tengo miedo.
Mi
nombre es Isabela y aunque importe poco, tengo que presentarme. Me
has dejado escribir en tu muro, que tonta soy, pensaba que iba a ser
más difícil de lo que imaginaba, pero tenías razón, Tony, solo
hay que lanzarse y dejarse llevar. Gracias por ello, gracias de
verdad.
No
sé muy bien como comenzar, tengo escrito varios bocetos,
emborronados la mayoría de ellos, con tachaduras y bueno... alguna
lágrima tonta y libre que brotó entre palabra y palabra, aguando
cierta frase y encharcando de tal forma el texto que terminó por ser
tan ilegible como incomprensible este manuscrito.
Conseguí
llamarte, no porque no hablemos a menudo, pero ese "conseguí"
ha sido muy duro para mí. Ni te imaginas la de veces que he tenido
el teléfono entre mis manos y he marcado tu sempiterno número
grabado a fuego en mi memoria. Ni te lo imaginas, Tony. Llamada, re
llamada y volvía a colgar. Así en infinidad de ocasiones.
Pero
no tengo nada que perder, absolutamente nada que perder, y eres
demasiado diáfano, Tony. Desde que te conocí, hace ya unos cuantos
años has conseguido lo que muy pocos chicos consiguen en una chica y
de una chica. Soñar.
Pero
hay que conocerte y a veces eso en ti es muy complicado. Muy poca
gente te conoce, hablas por los codos, eres un niño, rezumas
felicidad y eres exquisitamente bueno... y vulnerable. Por eso tenía
miedo de escribirlo, de contártelo, de ser tan tonta y atrevida como
para hacerlo ¿verdad?
Ya
lo sabes, estoy enamorada... enamorada de ti. Hubiera sido más fácil
haberlo callado, murmurado para mí como se murmuran las mentiras,
como se murmuran los hechos consumados, como murmuran las hojas
cuando el viento roza su haz.
No
me culpes por ello por favor, mi amor va al pairo y roto el timón
del barco de mis sentimientos soy incapaz de controlarlos. Sin faro
en la costa de mi alma, me estrello sin remedio en el risco de mi
vida, que ahora es la tuya.
Al
llamarte me desahogué, y ahora por el contrario el sentimiento de
culpabilidad nace de nuevo, es como un boomerang. Es extraño. Te
amo. Recuerdo que fueron tres segundos de silencio absoluto, no
dijiste nada. Tuve que pedirte perdón, lo siento de verdad, no era
mi intención yo... lo siento.
Esta
analepsis secuencial la recuerdo como si fuera en este momento. Tu
tranquilidad sedujo aún más mi locura. Mi deseo no hace más que
devolverme visiones equivocadas y perversas, sucias, deshonestas.
Seguro que ahora mismo te estás riendo con este comentario. Eres un
educado pecador...
¿Pero
que te puedo dar, si todo me lo has entregado sin tu quererlo? es un
gran atrevimiento por mi parte profanar algo tan personal como tu
espacio de escritura privada, siento vergüenza el solo hecho de
habértelo pedido. De antemano sabía tu respuesta, de antemano sabía
mi descaro. Sé que me perdonarás, bueno, en realidad me dijiste que
no entendías porque me tenías que perdonar. ¿Por qué incluso en
esto llegas a ser tan estúpido? La sinrazón ha llegado a mí,
saborea su éxito como yo saboreo mi soledad.
Como
ardo por tenerte conmigo, por poder abrazarte, por tenerte bajo el
yugo de mis piernas, por sudar y estremecerme al empuje de la pasión,
por padecer dolor tras cada acometida en las ingles de mi cuerpo, por
cada gemido que arroje tu boca. Tan lejos pero tan cerca.
Hace
mucho que no sé de ti, fue justo con posterioridad a la última
llamada de teléfono donde injustamente demostré mi cobarde amor por
ti. Donde al final de la conversación decidimos no volvernos a
llamar nunca más. Donde pusimos fecha para este escrito. Un
dieciocho de mayo de dos mil catorce, parece de película y sin
embargo con el transcurso de los días ha tomado forma.
¿Sabes?
he estado muy nerviosa, ¡con lo tranquila que soy! He devorado
libros, Tony, libros y libros y libros tan sólo para evadirme de tu
vida, de tu maldita vida que devora la mía poco a poco. Y ahora que
llego al final espero y deseo que comprendas cada una de estas
palabras, que comprendas lo duro que resulta todo lo que está en
derredor. Te he querido y Te quiero, Te querré y moriré así. Sola
y enamorada.
Sé
que te gusta la música y que con cada escrito que publicas sueles al
final de los mismos añadir una canción. Nosotros también quedamos
así. Todo llega. La canción te dejo que la elijas. No importa ni el
estilo, ni la letra, ni el compositor.
Te
dejo. Eres una cosica pequeña y grande que ha surgido en mi vida.
Te
echo mucho de menos. Eternamente tuya... Isabela.
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