domingo, 30 de octubre de 2016

Breves Escritos de Amor, de Francisco Lavín Pérez-Stauder

Orbitar a tu alrededor, que seas el centro de mi universo, es el mejor modo que puedo imaginar de pasar la eternidad. Ser tu satélite.

En espera de poder daros una gran sorpresa, que se está cocinando a fuego lento, aquí os dejo estos Breves Escritos de Amor.

Mil gracias por acompañarme,

Francisco Lavín Pérez-Stauder.

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sábado, 23 de abril de 2016

¡Feliz Día del Libro! Un avance de JUDIT

Hoy es el Día del Libro, y no puedo perder la ocasión para, desde este pequeño gran atril que es este blog, desearos que encontréis las obras, las historias, las emociones que os hagan sentir viv@s, conmovid@s, amad@s. Y si no las encontráis, que sean ellas las que os encuentren a vosotr@s.

Soy consciente de que me he tomado un tiempo de silencio, que no ha sido mucho, pero con la velocidad con que en la actualidad se mueven las relaciones en el mundo de las redes sociales, se ha hecho una diminuta eternidad. Por eso, y aprovechando la ocasión del día que hoy nos ocupa, quiero presentaros el primer adelanto de lo que será mi nueva publicación: JUDIT.

Por ahora no quiero desvelaros más detalles, y dejar que esta carta que remite uno de los personajes de la historia al otro hable por sí misma. Y si os gusta, pronto tendréis JUDIT al completo, con sorpresas incluídas.

Gracias por estar ahí, con todo mi cariño,

Francisco Lavín Pérez-Stauder.



EXTRACTO DE JUDIT (CARTA)

-“Hola, sé que el correo utilizado quizá no sea de tu agrado, pero el inspector me profesa fidelidad absoluta y aprovechando esta circunstancia me he puesto a escribirte. Como es la cabeza ¿verdad? Tantas ideas y cuando vas a plasmarlas te arrecian las dudas sobre qué palabras apostar, cómo orientarlas, cómo transmitirte todo lo que siento.
Veinticuatro horas que no he dejado de pensar en ti. Sumarán otras tantas más sin advertirte. Por cada retazo de tiempo que atraviesa mi vida, tu figura profesa renovada en contraposición a este obligado retiro. Impertérrita, este movimiento fugaz me transporta a un mundo (mi mundo agotado, marchito) y al cerrar los ojos este universo de cristal se vuelve vívido y cambiante. Apareces inventado, hermosísimo y cercano. Tus manos recogen las mías acariciándolas suavemente y tus labios besan los míos, sin pudor, sin miedo. ¡Atrevido!
Delicada como papelina de fumar me consume el fuego que brota de tu boca y las cenizas acunadas por el viento me llevan a espacios que desconozco y en los cuales me dejo llevar, como las mentiras creyéndolas verdades, como la niña de la mano de su padre.
En sueños puedo andar, no me importa si me he perdido, no me importa donde me halle ni donde te encuentres, porque tropezaré a tu lado mi dulce vida. Acertaré de una forma u otra, no sé cómo, no me preguntes dónde albergo la certeza entre un mar de dudas, pero lo presiento. Te buscaré, horadaré la tierra de norte a sur, bajaré a los infiernos si es preciso, y si tuviera que interpelar y rogar ayuda al mismísimo Hades lo haría.
Es tal mi desesperación por ti, te amo, ¡dios mío como te amo! Y ¡sí! Me he humillado, me he arrastrado dejando atrás mi dignidad, mi orgullo. Todo. Pero Te quiero y no sé como abandonar esta cruz que llevo a mis espaldas. ¿Te preguntas alguna vez que ha sido de mí? ¿Visualizas mi cara, mis manos, mi piel? Yo lo hago constantemente, no ha pasado un solo segundo que mi mente no haya tejido trozos de tu memoria. Y los he guardado junto a mi corazón, a sangre y fuego.
Tan pronto como apareciste, te marchaste. No puedo engañarme y menos contigo. La culpa fue mía… del todo. Los tiempos, como en música, no iban equilibrados y en cuanto supe de ti quise correr arramblando con todo sin pensar siquiera que entre toda esta vorágine de fuertes emociones también te atropellé.
Reuní las fuerzas necesarias para encontrarte, es cierto que mi paso por la política me ayudó a ello (contactos, llamadas, favores, contra favores) y fui confeccionando detalle tras detalle un perfil de tu vida laboral, deportiva, sentimental, lúdica. De ahí supe a lo que te dedicabas, importándome un bledo el motivo y los porqués de ello.
No busco compasión con esta carta y estas palabras, pero me ayudan a expresar o al menos a romper el choque inicial de sentimientos enfrentados desde la última vez que nos vimos. Tu exilio (perdona si utilizo esta expresión) inició el camino de una fuerte depresión. Ahora lo llevo un poco mejor pero los días, las semanas, los meses y años que tu figura se esfumó de mi lado no han mermado un ápice el deseo de saber de ti. Y Te quiero. Intensamente.
He roto a llorar y recuerdo como si fuera ayer tus palabras de despedida. ¡Lo siento amor mío! Te juro por lo que más quieras que jamás, de ningún modo quise hacerte daño, fragmentar una vida hecha y no encuentro las palabras adecuadas a este sentimiento de culpabilidad permanente, no las hallo y sobre todo no puedo revertir y transformar todo lo ocurrido.
No puedo pedirte que me perdones porque no tengo derecho ni siquiera a eso. El amor me llevó por caminos desérticos y solitarios, sin ayuda de ningún tipo, me perdí y te zaherí sin pretenderlo. Es todo lo que puedo decir. Ruedan lágrimas sobre mis ojos serenos y claros como la verdad de todo lo que relato y de sabor tan amargo como la tristeza que invade mi alma.
Cuando los principios son barridos por la necesidad nadie espera comprenderlo. Y eso fue exactamente lo que sucedió y las consecuencias créeme, las he pagado con creces, pero me niego a no seguir luchando por aquello en lo que he creído desde que mis ojos y todo mi ser pernoctaron en tu vida.
Ahora ya sabes toda la verdad y me siento realmente agotada, caduca con todo lo que me rodea. Exprimo mis últimas ilusiones puestas en un rudo inspector. Desconozco si todo lo escrito lo albergarán tus manos alguna vez, tan solo de pensarlo me ruborizo. ¡Qué infantil creencia! Pero es todo cuanto poseo.
¿Te acuerdas cuándo y cómo nos conocimos? ¿Te acuerdas de nuestro primer beso, de nuestros arrumacos, de cuando nos enrollamos por primera vez en aquel pueblo en fiestas? Lo que nos costó perdernos, creo que tu hermano mayor no nos quitó ojo en toda la noche. Fue fantástico, como nos reíamos de nuestra inocente aventura escondidos tras los bajos de un camión viéndole pasar con cara de muy pocos amigos. ¡La bronca que te llevaste después fue monumental! Y la mirada que me echó… fiuuu. Me río al recordarlo. Y lo perpetúo para no morirme en el olvido de tu memoria. Como brotaban nuestros “Te Quieros” como nos susurrábamos palabras de amor encendidas sin despegar nuestros labios entrelazados.
Era tan hermoso, transportada a un mundo de fantasía me hiciste la mujer más radiante del mundo. Te veía muy feliz a ti también, siempre arrobándome con aquellas miradas sustraídas al tiempo entre el grupo de amigos. Tu guiño de ojos, tus breves notas de palabras vivas.
Nuestras señales secretas como cuando te tocabas el lóbulo de la oreja para decirme que me amabas, tu “Siempre P”, y aquella canción de un grupo llamado Poison con su “I wont forget you” o “Every rose has it´s thorn” ¿sabes? ¿No me la pusiste como cien veces seguidas en el coche de tu padre? Eras tremendo, pero te veía tan abstraído con cada reproducción que me quedaba maravillada viéndotela cantar. Te amo. Te amo más que mi vida.
¿Y recuerdas aquella tarde solos en casa fundiéndonos a besos en el salón? Era verano, me cogiste de la mano y sin decirme nada subimos al segundo piso en aquella buhardilla pequeña como la casita de un gnomo. Allí me tumbaste en la cama y tu vergüenza desapareció recorriendo con tus manos mi pecho y el resto de mi cuerpo. Fue la primera vez que te oí gemir, la primera vez que nos manchamos asustándonos, la primera vez que iniciamos el camino hacia un mundo extraordinario y nuestro. De nosotros y de nadie más.
No sé qué más puedo contarte ni que palabras utilizar. No sé nada amor mío. No sé absolutamente nada de ti… y sin embargo te siento tan cerca como para llegar a olerte. Me cuesta escribirte, te parecerá extraño, pero es así. Me he vuelto muy llorona, sensible a casi todo lo que me rodea.
Te voy a pedir un favor, algo ajeno a todo lo que te voy contando, tampoco estás obligado a ello pero para sería como un soplo de aire fresco y necesito respirar. Es esto: si esta carta llega a tus manos porque el destino ha querido que sea así, consérvala junto a ti y si te sientes con fuerza contéstame por favor. Ten paciencia con el inspector él es mi único enlace entre mi vida y la tuya. Confío en que te encuentre.
No puedo ofrecerte nada más que lo mío. Te quiero y te amo. Intensamente. Tú. Mi vida, mi religión, mi ser, mi universo. Mi todo.”-

Francisco Lavín Pérez-Stauder.





lunes, 22 de febrero de 2016

Café. un relato de Francisco Lavín Pérez-Stauder

Dice la letra de la canción que hay cosas que están destinadas a ser...pero hay otras que están abocadas al fracaso. Ésta es una historia de amor furtivo.


CAFÉ

Comenzó siendo un boceto, cuatro trazos curvilíneos sin forma aun definida, una historia pensábamos interminable, o un pensamiento perpetuo cimentado en un bonito relato de amor. Pero se acabó cielo, sucumbimos al tiempo, al continuo tic-tac de un reloj que nos marcó breves pero intensos momentos cercanos. El tiempo, aferrado de la péndula, tallista infatigable que tictactea la escultura de barro en que nos hemos convertido nos ha transformado en seres inaccesibles. No lo soporto. Y tú, tan infanta entre mis brazos y tan magna en la lejana soledad apareces en cada introversión de mi alma. Te amo. Bien lo sabes, tan cierto como cuando el sol alumbra tu figura y proyecta una sombra que cercena de lleno cualquier obra erigida. Eres la perfección absoluta, el cálculo exacto, la sonrisa eterna… Destino de todos mis besos, la tormenta acude a mí como al viajante atormentado que sucumbirá entre las fauces del mar. Te adoro y te profeso una lealtad absoluta, te amo como el hijo en el regazo de su madre, te quiero como lo que fuimos… amantes. Amantes en secreto de un destino negro, amantes entre un público abucheador, amantes en el silencio de todas aquellas noches que fuiste mía, amantes cuyos dedos entrelazados se descubren solos y arrugados. Amante de ti, sólo y únicamente de ti. Y ahora, desolado, alzo la vista al caminar y descubro una luna arrebatadoramente bella, de una palidez extrema.

“… Existe una luna que brilla por doquier, junto al resplandor de su luz habita una estrella, hermosa y diminuta. Pronto cohabitará un segundo astro que acompañará al primero de por vida. Y el caminante al observarla quedará embelesado, dulcificado a su manera por aquel resplandor que guía su largo peregrinaje…”

Recuerdo aquella nota que deposité en la palma de tu mano, aquel “Te quiero” transformado en prosa, céfiro que alborota tu dorado cabello, la leíste en un silencio que fue difícil romper. Protegida por ese aura de divinidad arrugaste el papel como ovillo de lana, diste media vuelta y tu espalda dibujó la fragilidad de nuestra unión. Comprendimos que aquello llegaba a su fin. Era inútil crear un contrafuerte para protegernos, hallar una forma de escapar al asedio de la duda, escondernos en un laberinto de confusa salida. Avancé hacia ti, lento y apagado. Deposité mi regazo junto al tuyo, respiré hondo y al expulsarlo el aire rozó tu frágil cuello. No lo pude evitar y alcé mis brazos para abrazarte tan fuerte como pude y juntos allí, en medio de la espesura ladramos a la luna. Acariciaste mis manos en un roce continuo, ladeaste tu cabeza en la almohada de mis hombros y nos pronunciamos un “Te quiero” mudo, sordo al mundo y le pedimos explicaciones al curso de lo acontecido.

El café me devuelve a la realidad, me ocurre con frecuencia, me quedo absorto cuando la cucharilla molinetea sin parar y el azucarillo se deshace entre la crema ardiente silueteando formas sin sentido que hipnotizan mi existencia y me transportan a un mundo de ensoñación y fantasía. Todos se piensan que estoy triste, y como explicarles que desde que te marchaste la hora del café me convierte por un momento en alguien cercano a ti sin saber siquiera dónde te encuentras. Nos citábamos todos los días a las seis en punto, a una hora en el que el café es tardío y los besos… jóvenes e inmortales.

La hora del café es la hora del amor al mundo. Y en el mundo siempre estás tú.

Francisco Lavín Pérez-Stauder. 
 

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martes, 26 de enero de 2016

F.O.P. (Fibrodisplasia Osificante Progresiva)

F.O.P.
Fibrodisplasia Osificante Progresiva.

Probablemente esta enfermedad no la habrán oído en su vida. Un sufrimiento feroz, salvaje, irracional y olvidado de la mano de Dios. Paradójicamente cuando me viene este nombre, automáticamente tiene el don de hacerme sentir bien. De acercarme a un mundo dulce, sencillo y a la vez precioso. Las lágrimas brotan de mis ojos de forma apagada, lenta, desdibujando mi visión, y entonces tengo que cerrarlos, los mantengo así durante un breve periodo de tiempo, aprieto los labios y vuelvo a abrirlos. Tomo aire, siempre de forma muy pausada y lo expulso a la misma velocidad. Necesito hacerlo varias veces, me relaja y medito lo que voy a escribir.
Llamada de forma coloquial la enfermedad de la estatua, la Fibrodisplasia Osificante Progresiva no tiene cura. La padecen en la actualidad cerca de dos mil quinientas personas en todo el mundo, y sus consecuencias son fatales. El fruto de esta extraña enfermedad se resume de forma sencilla y natural en la transformación del músculo en hueso. La carne permutada da paso a una osificación que entierra cualquier atisbo de movilidad en la parte muscular afectada; la consecuencia es cristalina y fácil de ver. Tu cuerpo se convierte en algo rígido, ajeno a cuantos movimientos se quieran realizar. Sentenciado a estar postrado en cama o en silla de ruedas, la vida del afectado cambia de forma radical, sin culpa, sin mancha, la inocencia de la naturaleza del hombre interrumpida… ¿por qué?
La enfermad no se reconoce en todo su esplendor al momento, es decir, es progresiva, lentamente sus efectos se producen con el paso de los años, suele aparecer una década después de nacido para perezosamente deformarlo a su antojo. La ciencia trabaja a destajo, descubriendo el gen mutado que lo produce, llamado técnicamente ACVR1, revelando además que no existe tratamiento eficaz farmacológico para esta anómala enfermedad.
Y sí, es cierto que cuando aparecen sus siniestras iniciales, en mí causan el efecto contrario de lo que predican sus síntomas y quienes lo padecen. De las dos mil quinientas personas afectadas, a una de ellas tengo la suerte de conocerla. Es mi amiga, mi mejor amiga. Hace ya muchos años que la conozco, que la siento y que el solo hecho de escucharla, me produce verdadero placer.
No entiendo los orígenes de la enfermedad y porque se produce, no sé cuáles son sus motivos y porque dañan de una manera tan cruel al hombre. Exista o no exista Dios si tengo el privilegio de conocerlo será una de las preguntas que le haga, ¿por qué?, y menos en un alma tan pura y humana como ella.
Hace unos años estuve en su casa, allí la conocí. Su madre me deleitó con una sencilla comida, café y buena conversación. Ella estaba en el piso de arriba, postrada en una cama, cerca había un ordenador, la habitación sencilla, reflejo muy probablemente de su dulce naturaleza. Me senté en un sillón el cuál me traicionó, ya que tantas horas de coche hicieron que a mitad de conversación me quedase dormido, ella sonreía por mi torpeza, pero el sueño acabo por doblegarme y caí en brazos de un siempre conciliador sueño. Solo fue un fugaz momento, me repuse y continuamos hablando largo y tendido.
Puede que sea una anécdota cualquiera, pero quiero que entiendan la fuerza de esta chica, sus ganas, su ilusión, y como sin perder la perspectiva de su consciente situación hace que todo lo que la rodea adquiera una fuerza que gira y gravita en torno a ella, a esa fuerza y coraje que inspira y que transmite, que uno toca y siente… y que… bueno, que te hace ver más allá de lo que ninguno podría llegar a percibir.
Reconozco mi debilidad, porque tras verla y estar con su familia, las lágrimas me derribaron una y otra vez. Me sentí pequeño, insignificante e impotente. Y la verdad es que no sabría explicar el motivo que me hizo sentir así, quizá fue simplemente la propia incapacidad personal de no poder hacer nada. De pensar en la suerte que rueda sobre cada uno de nosotros. Lo que para mí es simple insignificancia, para ella adquiere tintes mágicos y hermosos, soñadores y gran parte de ellos novelescos.
Me gustaría que ustedes la pudieran escuchar, es como brindar a los oídos una dulce melodía de vida, de aliento, de nueva savia que te llena de pies a cabeza. Todo en ella es alegría, sonrisa, pureza, sencillez y hermosura. Nunca se dejó arrastrar por ella, consciente levantó la cabeza una y otra vez, y comprendió que debía luchar, que lucha y que además enseña sin querer esa fuerza de voluntad que la ha forjado a seguir hacia delante una y otra vez.
Si escribo sobre la Fibrodisplasia Osificante Progresiva es para concienciar a la gente que esta terrible enfermedad, sin cura y con tan terribles consecuencias para el cuerpo de quién lo padece, es ejemplo de superación, de entrega y de lucha constante. Que detrás de ese mundo ignorado, también hay vida, que instituciones y organismos tienen el deber de velar y cuidar de los más necesitados, de concienciarse y concienciar sobre su estudio, y de enseñar a los jóvenes que detrás de ese mundo maravilloso que nos rodea también habita esa otra creación in maravillada, que a su forma también alumbra y nos enseña parte de su saber y misterio.
¿Por qué escribo todo esto…? Mi ángel de la guarda sabrá comprenderme. T.q.

Francisco Lavín Pérez-Stauder

PD: Lo escribí hace algún tiempo. Relativamente poco, y si lo rememoro, si lo exhumo del olvido es porque necesito concienciar a la gente de lo que supone FOP. Ni se imaginan lo que es, como yo, que ni de lejos me imaginaba que alguien así pudiera existir. A veces la suerte nos acompaña y a veces, solo a veces la burbuja llega a romperse... y nos revela hechos inimaginables, micro mundos tan cercanos como extraños a nuestros ojos. Y a veces, solo a veces... Descubrimos tesoros ocultos que pensamos que jamás pudieran existir. Y algunos son bellos.

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Conjura

Se nos acaba un año...y otro vendrá a ocupar su lugar. Pero cuando una persona ha entrado sin pedir permiso dentro del corazón, al marchar deja un vacío insondable. El tiempo es el único remedio, mas no se trata de una ciencia exacta. Siempre queda el recuerdo, que es la secuela del amor.

De esto habla Conjura.

Feliz año viejo, feliz año nuevo.



CONJURA

Ella me miró y yo respondí a aquella mirada. La respondí en silencio, aquel silencio que habla y no calla. Aquel silencio que enmudece cualquier error. Al cabo de cierto tiempo pecamos, así lo dice el manual eclesiástico y así lo dictamina la ética social. Pecamos con fe, también con pasión y en cierto modo con cierta locura, al borde del abismo creímos caer. También tuvimos miedo y nos transformamos en héroes. En héroes de barro, diminutos y escondidos de todo cuanto habita nuestro alrededor. La amaba y ella me amaba, sus besos perforaban mi ser, era una especie de locura celestial, vaso sagrado donde tragaba su propia esencia. ¿Por qué se le llama pecado cuando todo lo nuestro estaba cimentado en el amor? Jamás quisimos romper lo que nos unía a lo terrenal, nos prometimos preservar lo nuestro, nuestros hijos, nuestras vidas, nuestro mundo. Sabíamos que nos íbamos a estrellar, a rompernos en mil pedazos, a sufrir. ¿Pero como no aceptar ese reto, como no aceptar el cáliz mostrado ante mí? ¿Cómo? Era mi sueño, su sueño transformado en vida, lo era todo para mí. Lo carnal se hizo virtud, su cuerpo derribó mi fidelidad, sus ojos penetraron los míos y mi yo se transformó en su yo. Mis brazos al abrigo del bosque cuyo riachuelo bordeaba el campo recorrieron su cuerpo, mi lengua violentó su boca, mis labios rompieron los suyos y mis manos recorrieron palmo a palmo el deseo hecho pasión. Su tez, nívea como el algodón se tornó roja como la sangre, no quise conocer el límite de su dolor y ahondé sin duda en el umbral del sudor, fue un tormento que aceptamos juntos. Amnesia. El tiempo es un gran aliado de aquello que no queremos olvidar, porque permanece aunque tu conciencia y tu mente destinen a otro lado su campo de visión. Ella se fue y no la volví a ver jamás, quedaron otras muchas cosas, detalles, arrumacos, empujes, impulsos, risas, sonrisas y mucho amor. Lo hablamos en infinidad de ocasiones, no tenía sentido seguir así, seguir en un tablero donde no hay llegada, no hay meta, donde juegas para perder y donde solo los perdedores apuestan por la quimera del amor. Aposté y perdí. Pero si he de ser sincero, ¿quién no renunciaría a jugar sabiendo que en el otro lado te encontrabas tú? Yo no pude. Y perdí. Lo perdí todo. Absolutamente todo.

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jueves, 3 de diciembre de 2015

Ausente, un relato de Francisco Lavín Pérez-Stauder



El amor siempre está con nosotros. El amor nos acompaña en el viaje de nuestras vidas, desde la línea de salida hasta la meta. Necesitamos el amor, desde el primer hasta el último de nuestros alientos. El amor nos hace eternos, en el alma de las personas amadas. De todo esto habla Ausente, y aquí os lo dejo...

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sábado, 14 de noviembre de 2015

Hoy más que nunca...8 cartas de amor

Desde hace tiempo tenía previsto dar hoy a conocer "8 cartas de amor". Pero los acontecimientos, el dolor, la violencia y el sinsentido que hemos vivido al despertar con las noticias de lo ocurrido me han hecho dudar de si resultaba oportuno, u oportunista, publicarlo hoy. Por un momento, la duda ha sido tan fuerte...

Hasta que me he dado cuenta de mis propias palabras, del título que elegí. 8 cartas de amor. Amor. Eso hace falta hoy en el mundo. Y no 8 cartas: todas las cartas que se puedan enviar, hasta que no queden sobres ni sellos en el mundo. Y dentro de ellas, todo el amor que se pueda hacer llegar a las víctimas de la barbaridad.

Hoy, por todas esas personas, quiero compartir mis 8 cartas de amor.


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